Se dice que vivimos en un mundo globalizado y en lo que ahora se conoce como aldeas globales, pero ¿qué significa esto para alguien que tiene la responsabilidad de dirigir una empresa y hacer frente a los retos y desafíos que puede presentar un negocio?
En el mundo de la dirección estratégica, es fundamental estar al día de las situaciones que puedan representar una amenaza de supervivencia para cualquier negocio.
Considerando que nos encontramos en un mundo global, las amenazas también lo pueden ser, pero también la globalización es una oportunidad, una apertura a nuevos mercados, nuevos clientes y fuentes de obtención de materias primas, entre otros recursos.
La dirección estratégica es un arte. La palabra estrategia es muy popular y frecuentemente utilizada; sin embargo, pocos logran reconocer sus implicaciones y efectos en las empresas.
Ser un estratega significa:
Con lo anterior en mente, la dirección estratégica va más allá de la utilización de fórmulas, la puesta en marcha de procesos o la elección de rutas y alternativas existentes. Por el contrario, implica el uso de la intuición, la creatividad y el ingenio de quien tiene la capacidad de, como dicen algunos especialistas: “ver el árbol, sin dejar de ver el bosque”.
De ahí que este tipo de actividad directiva, pueda recibir el denominativo de arte, pues no se limita al desarrollo de actividades cotidianas y mecánicas, sino que adiciona algunos aspectos subjetivos individuales y colectivos.
En el aspecto individual tenemos el liderazgo, motivación, comunicación y asertividad y para lo colectivos encontramos al trabajo en equipo y una visión compartida.
Dirigir va más allá de ordenar a otros, de tomar decisiones (cuando éstas surgen en entornos controlados), de buscar cumplir con los objetivos. En la dirección de negocios significa desarrollar y poner en práctica la inteligencia colectiva para orientar los esfuerzos hacia fines y metas atractivas, desafiantes y realistas.
Para lo anterior, es necesario contar con colaboradores que tengan el compromiso, deseo e intención de canalizar sus esfuerzos en busca de un objetivo común. Esto último va de la mano y presencia de un buen director estratégico, que logre transmitir el sentido y la orientación de las metas por alcanzar.
Dirigir estratégicamente implica trabajar con personas capaces y competentes. Para dirigir se requiere la presencia de otros y es necesario que éstos tengan en común la capacidad y gusto de aprender.
Las empresas inteligentes están compuestas por personas inteligentes, pero no todas las personas inteligentes dan como resultado empresas inteligentes.
Esta frase nos invita a reflexionar sobre centrarnos en la inteligencia de los colaboradores como algo terminado y sí enfocarnos en reclutar y mantener cerca a personas deseosas de aprender; pues esta última condición no siempre está presente en todos los individuos.
Un buen director(a) estratégico promueve entre sus colaboradores:
Bajo esta circunstancias, se puede destacar que la dirección estratégica permea a lo largo y ancho de cualquier empresa, echa mano de habilidades personales y colectivas, para dar rumbo y orientación a los colaboradores y aprovechen al máximo los recursos organizacionales, propiciando la máxima aportación de los trabajadores tanto en lo individual como en actividades grupales.
Los buenos directores estratégicos no nacen, pero sí surgen cuando se preparan y forman académicamente con programas competitivos y que realmente respondan a las necesidades del mercado global actual.
En la Universidad Intercontinental existe la maestría a distancia en Dirección Estratégica y Gestión de la Innovación, que tiene por objetivo la profesionalización de la alta dirección estratégica, la innovación tecnológica y digital, para el desarrollo de nuevos productos y servicios que hagan la diferencia en el mercado y lleven al crecimiento sostenible empresarial.
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